Hace unos veinte años, mientras preparaban el terreno para repoblar de encinas una finca situada a pocos kilómetros de Cuenca, los trabajadores hallaron, a unos cincuenta centímetros de profundidad, una superficie lisa que limpiaron cuidadosamente y enseguida pudieron comprobar que estaba formada por piedras de vistosos colores y pequeños fragmentos de vidrio. Poco a poco, fueron apareciendo la cara y el torso de un personaje masculino de tamaño natural, con la cabeza tocada por un gorro y los hombros cubiertos con pesadas vestiduras, que parecía tomar con una de sus manos la de otra persona. Posiblemente el más importante descubrimiento de la última década sobre la Hispania romana. Más aquí.
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