La majestuosa colina romana que ha regalado su nombre a los palacios del mundo entero se está cayendo a pedazos. El Palatino, corazón del poder romano en la época del Imperio, pierde trozos cada invierno en cuanto llegan las lluvias. Para salvar los palacios de Augusto, de Tiberio, de Domiciano y de Septimio Severo harían falta 130 millones de euros, que una Italia en bancarrota presupuestaria es incapaz de reunir. En realidad, el Palatino no sólo sufre el abandono del Gobierno, sino también de los turistas, que pasan a millones por el Coliseo y los Foros, pero no suben a lo alto de la colina, que fue primero de Rómulo y Remo, después de las grandes familias senatoriales y, a partir de Octavio Augusto, de los emperadores.
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El único modo de salvar el Palatino es una campaña mundial, como se hizo en Egipto para rescatar los templos del Nilo ante la construcción de la presa de Asuán, y en Italia para reconstruir el teatro de La Fenice después del incendio. Es cierto que resulta humillante pedir dinero para mantener algo en la propia capital, pero el Palatino es patrimonio del mundo entero, y no se puede permitir que siga derrumbándose.Fuente: ABC
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El único modo de salvar el Palatino es una campaña mundial, como se hizo en Egipto para rescatar los templos del Nilo ante la construcción de la presa de Asuán, y en Italia para reconstruir el teatro de La Fenice después del incendio. Es cierto que resulta humillante pedir dinero para mantener algo en la propia capital, pero el Palatino es patrimonio del mundo entero, y no se puede permitir que siga derrumbándose.Fuente: ABC
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